Bilbao, 27 de abril de 2022
Hace tan solo unas horas que recibí la noticia. “Elon Musk compra Twitter”. La primera reacción fue la negación. Como si hubiese recibido la noticia de un fallecimiento, indagué en la red, en un intento fútil, buscando que alguien me dijera que aquello era falso. Pero no, oficialmente Elon Musk compra el 100% de Twitter.
Después llegó la ira. ¿Cómo es posible que permitieran a alguien ser propietario único de una herramienta tan poderosa como Twitter? ¿No tiene ya suficiente ese magnate con estar en el negocio de los automóviles, la carrera espacial y la medicina? ¿Va a crear algún tipo de policía del pensamiento al más puro estilo Orwelliano? O, por el contrario, ¿Imita a Huxley ofreciendo un espacio de conocimiento que nadie va a querer utilizar?. Donald Trump fue expulsado de la plataforma por la supuesta difusión de bulos. Pero, ¿Y si el siguiente Trump es del gusto de Musk?. ¿Tolerará sus opiniones?. ¿Se va a convertir twitter en un patio de colegio en el que el magnate va a ser el propietario de la pelota y por lo tanto, él decidirá quién juega y quién no?
Después entendí que el enfado es una reacción natural, pero que no cambia nada. De modo que comencé a negociar conmigo mismo. Quizás el propietario de Tesla tenga realmente buenas intenciones. La toxicidad ya era algo habitual en Twitter y ha prometido acabar con los famosos bots (cuentas falsas manejadas por programas) y el spam. Siempre habla sobre la libertad de expresión de una forma curiosa pero más abierta de lo que, en general, lo hacen las redes sociales. Esto puede ser más positivo que negativo. Puede que, con el tiempo, vea que hay ciertos aspectos que mejorar o cambiar en cómo ve hoy su recién adquirida empresa.
Quizás al limpiarla de bots y hacer más abierta la aplicación, los radicalismos, vengan de donde vengan, pierdan influencia. La unión europea ya se ha pronunciado «Sean coches o redes sociales, cualquier compañía que opere en Europa debe cumplir con nuestras reglas, sin importar su accionariado» y detalla “La nueva Ley de Servicios Digitales comunitaria obligará, a la retirada de contenidos ilegales”, puede que sea un dique a los excesos. En el equilibrio está la virtud, decía Aristóteles
Finalmente no queda más remedio que aceptar que la compañía ha cambiado de manos. Ahora solo queda esperar que las promesas de mejora de unos (no más bots, código más abierto, etc) se cumplan, mientras que las normas de otros (nueva Ley de Servicios Digitales) regulen lo que tengan que regular, ni más ni menos.
Me despido entonces, con más dudas que certezas pero sabiendo que esto acaba de empezar. No tenemos que afrontar ninguna pérdida, aunque podamos pasar por sus fases. Nos mantendremos, de momento, en activo sin perder el ojo crítico. Ya que los que trabajamos con las redes sociales conocemos el poder de las mismas, y sabemos que son capaces de crear movimientos constructivos, y esa es nuestra esperanza.
Un saludo y mucha suerte.
A todos los usuarios de la red social. ¿Creéis que esto va a ser un cambio a mejor o a peor? Esperamos con esta reflexión hacerlos pensar y os invitamos a que compartáis la vuestra con nosotros.
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